En esta serie, me propuse revisar el método fotográfico del retrato compuesto, desarrollado alrededor de 1878 por Francis Galton.
Nacido del espíritu racionalista de la Ilustración, el siglo XIX vio el auge del racialismo en Europa: una pseudo-ciencia que afirmaba clasificar a los seres humanos según criterios biológicos, confundiendo el progreso científico con la jerarquía de los pueblos. La fotografía, entonces una invención reciente percibida como prueba objetiva, se convirtió rápidamente en uno de sus instrumentos preferidos.

Este enfoque se aplicó primero para definir el retrato compuesto del “tipo criminal”. Más tarde, Arthur Batut (1846–1918) propuso utilizar el mismo proceso para producir el retrato compuesto de una familia, una etnia o una raza. El procedimiento se basaba en un método específico de captura y revelado, fundamentado en la superposición precisa de varios retratos de individuos pertenecientes al mismo grupo, con el fin de revelar sus supuestas características representativas.

Para este proyecto, también exploré el trabajo de los primeros fotógrafos europeos en África a finales del siglo XIX, en particular Edmond Fortier en África Occidental. Sus imágenes, circuladas en Europa como postales, llevaban títulos como “Tipo Wolof” o “Tipo Peul”, como si se tratara de etiquetar la fauna o la flora local. Combinadas con el fenómeno de los “zoológicos humanos”, que eran enormemente populares en Europa en esa época, estas representaciones formaron una poderosa maquinaria de deshumanización. A través de esta serie, busco mostrar que la noción de raza —totalmente subjetiva— nunca podría ser fundamentada mediante la fotografía. El medio fracasó como instrumento científico, pero resultó extraordinariamente eficaz para moldear una imagen particular de África y los africanos, y para sustentar la narrativa colonial. Todos estos métodos pseudocientíficos fracasaron finalmente: demostrar la diferencia humana mediante la fotografía resultó imposible.
Quizá porque, para mí, la fotografía no miente.

Para este trabajo, viajé por todo Benín para encontrar sus numerosos grupos étnicos: los Peul en Tanguiéta, en el norte; los Somba en Koussou; los Yom en Sapaha; los Dendi en Songo; los Noms y Bariba en Boko, cerca de Parakou; los Tofin en Sohava, cerca de Aguégués; los Nago en Pobé, cerca de Porto-Novo; y los Fon en Lokozon, cerca de Abomey. Trabajando tanto en digital como en analógico, fotografié a individuos de todas las edades. Cada retrato compuesto se realiza a partir de la superposición de seis retratos individuales pertenecientes al mismo grupo étnico.

Así, el Tipo de Mujer Fon resulta de la superposición de seis fotografías: “La imagen final no se parece a ninguna de ellas, y a la vez se parece a todas. Desde lejos, se ve un rostro; de cerca, se puede leer la complejidad de sus identidades superpuestas.”

Para esta serie, seguí el procedimiento operativo de la época: un telón de fondo de tela montado en un marco plegable, un taburete ajustable y un soporte para la cabeza para mantener quieto al sujeto, con los ojos como punto de referencia central.
Mientras Galton y Batut buscaban producir un tipo compuesto para clasificar y jerarquizar, yo busco revelar la riqueza y diversidad dentro de cada rostro —transformando una herramienta de dominación en un instrumento de reconciliación entre memoria, identidad y humanidad.

PORTRAIT-TYPE
2019