Sesenta años de independencia en África, vistos a través del prisma del poder absoluto.

La serie critica los desafíos persistentes que aún debilitan al continente: el nepotismo, la corrupción, el clientelismo y la manipulación de las constituciones con fines personales. El proyecto ofrece una representación alegórica de las diferentes perversiones surgidas después de las independencias, poniendo de relieve la inquietante persistencia de los regímenes autocráticos.

Aquí, el trono ya no es un fénix, como el del emperador Bokassa en África Central, sino una paloma —una alusión a los jefes de Estado africanos corruptos y ávidos de poder que se han sucedido… o no, desde las independencias, a menudo con la bendición de sus antiguos amos.

La obra también subraya el papel de las antiguas potencias coloniales, que continúan ejerciendo su influencia en muchos países africanos, apoyando con frecuencia a dirigentes que anteponen sus intereses personales a los de sus propios ciudadanos.